divendres, 28 de novembre del 2008

Nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas

Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se
los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las
manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su
futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son
ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto
siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro. Usted no
tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una
ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron
un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de
Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term
capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos
multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje,
como quien comenta el partido del domingo.Usted no los conoce ni en
pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por
hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos
pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de
ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen
rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las
finanzas,prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que
siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando
ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden. No crean riqueza, sino
que especulan.Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía
financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan
castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los
poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al
carro.Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo
es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas
financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de
reconocida solvencia.Y entonces el presidente del banco transeuropeo
tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste
del bancolatinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que
los parió atodos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta
por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a
forrar aún mása todos ellos y a sus representados.Y en cuanto sale
bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que
el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no
se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada
tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la
gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y
hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de
divisas. Y esto, señores, es Jauja.Y de pronto resulta que no. De
pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de altoriesgo
no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.Yentonces
todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales,
peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial,
muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los
beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para
los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas,
no.Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de
esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si
jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos
nosotros.Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los
errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas,
acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para
evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad,
imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su
pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano
Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de
infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada
día a las seis de la mañana para ganarse la vida.Eso es lo que
viene,metemo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países
pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de
especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza
ajena.Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama
que los amos de la economía mundial nos reparan,con el cuento de tanto
neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de
tanta poca vergüenza.

artículo escrito exactamente hace 10 años...
Los Amos del Mundo / Arturo Pérez-Reverte(Artículo del escritor
Arturo Pérez-Reverte, publicado en 'El Semanal' el 15 de
noviembre de 1998).